Canto a mi mismo. 31
Creo que una brizna de hierba no es menos que una obra de las estrellas,
Que la hormiga es tan perfecta como ellas, y un grano de arena, y el huevo del reyezuelo;
Y el renacuajo es una obra maestra comparable a las más grandes,
Y la zarza trepadora podría ornar los salónes de los cielos,
Y la coyuntura más ínfima de mi mano desafía toda la mecánica,
Y la vaca rumiando con la cabeza gacha sobrepuja cualquiera estatua,
Y un ratón es un milagro capaz de conmover sextillones de incrédulos.
Descubro que he incorporado granito, carbón, musgos, frutos, semillas, suculentos raíces,
Y que soy mosaicado de cuadrúpedos y de pájaros por todo,
Y que he dejado allá lejos lo que está detrás de mí por razones buenos,
Pero mando que cualquiera cosa vuelve otra vez en cuanto quiera.
Es inútil la rapidez o la timidez;
Inútil que las plutónicas rocas me lancen su antiguo fuego contra mi llegada;
Inútil que el mastodonte se esconda bajo el polvo de sus propios huesos;
Inútil que los objetos se alejen al horizonte, tomando multitudes de formas;
Inútil, el océano hundiéndose y los grandes monstruos yazgando en el fondo;
Inútil que el buitre se albergue junto al cielo;
Inútil que se arrastre la serpiente entre las lianas y los troncos;
Inútil que el alce huya por los escondidos senderos del bosque;
Inútil que las alcas de afilado pico naveguen muy lejos al norte a Labrador;
Yo los sigo rápidamente; subo hacia el nido en lo abrupto del acantilado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario