lunes, 5 de octubre de 2020

Mitos griegos

 Hola! Acá les comparto algunos de los mitos griegos que estuvimos leyendo el martes 29 de septiembre en nuestros vivos de Instagram.

1º El mito de Perséfone y Deméter

Deméter era la hermana de Zeus y la diosa que vigilaba la tierra fértil y las plantas que crecían en la Tierra. Ella enseñó a los hombres cómo sembrar y cultivar el grano; así que los griegos la adoraron como la diosa de la agricultura. Cuando hacían cuadros o estatuas de ella, la representaban llevando racimos de granos y amapolas en sus manos.

Deméter tenía una hermosa hija joven llamada Perséfone —a quien amaba mucho— y a la que ayudó a cuidar el grano que los hombres sembraron. Cuando la semilla fue arrojada al suelo, Perséfone la vigiló y la guardó hasta que las diminutas hojas verdes salieron de la oscura tierra.

Un día la joven diosa estaba jugando con varias ninfas en una hermosa pradera. Allí crecían lechos de violetas y otras flores. Perséfone estaba recogiendo algunas de las flores más bonitas cuando, de repente, una gran abertura apareció de la tierra. De esta gran abertura salió un gran carruaje. La pobre Perséfone fue capturada y llevada rápidamente a pesar de sus gritos.

Cuando Deméter descubrió que le habían robado a su hija Perséfone, rompió a llorar y le inundó el dolor. Poco más tarde, encendió una antorcha y montó en su carro tirado por serpientes aladas, y durante nueve días y nueve noches buscó a su hija sin parar ni para comer. En el décimo día, el Sol le dijo que Zeus había capturado a su hija y se la había llevado al Inframundo para que fuera la reina de Hades —dios del Inframundo—. Deméter se enfadó mucho, se alejó de las casas de los dioses y se escondió en la Tierra, donde lloró durante mucho tiempo por su hija.

Un día la diosa estaba sentada al lado de un pozo, vestida toda de negro y con aspecto de anciana, cuando cuatro muchachas jóvenes se acercaron al pozo para sacar agua y se entristecieron de ver a la anciana. Al verla tan triste y sola, se la llevaron su casa junto a su madre. Ellas no sabían —por supuesto— que esta anciana era una diosa.

Todos eran muy amables con ella, y la madre mantuvo a Deméter en casa para que cuidara de su hijo pequeño. El niño le recordó tanto a su hija perdida que se encariñó mucho con él. Deméter deseaba hacerlo inmortal como los dioses, para que nunca envejeciera ni muriera; y por la noche, cuando todos los demás estaban dormidos, puso al niño en el fuego para quemar su parte mortal. Pero una noche la madre del bebé les observó, y gritó en voz alta cuando vio a su pequeño hijo en las llamas. Eso rompió el encanto, y a pesar de que Deméter no pudo hacer inmortal al niño, hizo que creciera y se convirtiera en un gran y buen hombre. Mientras Deméter seguía buscando a su hija, no había nadie que cuidara del grano. La semilla que estaba plantada en la Tierra no crecía; y aunque los hombres araban y araban, nada funcionaba. Zeus se dio cuenta de que, o convencían a Deméter para que se ocupara de nuevo del grano, o la raza de los hombres moriría. Así que envió a los dioses, uno tras otro, para rogar a Deméter que volviera al Olimpo. Pero ella se negó a menos que le devolvieran a su hija. Entonces Zeus envió a Hermes al Inframundo a buscar a Perséfone. Pero cuando regresaron, se dieron cuenta de que ella había comido parte de una granada, o manzana del amor, mientras estaba con Hades; por lo que sólo podía ser devuelta a su madre durante una parte de cada año. Después de eso, a Perséfone se le permitió vivir con su madre en la luz y el aire del mundo superior durante dos tercios del año, pero el resto del tiempo debía quedarse con Hades como reina del Inframundo. Cuando llegó la primavera, los griegos pensaron que era Perséfone regresando a su madre, y alegrando a toda la tierra con su presencia. Pero cuando soplaron los vientos invernales, y las plantas y las flores murieron, entonces, dijeron que ella había vuelto al Inframundo, y la Tierra quedó oscura y triste.

 


 Narciso y Eco

Eco era una ninfa del bosque que protagonizó varios mitos y leyendas. Era muy charlatana y juguetona, y solía entretener así a la diosa Hera, mientras su esposo, Zeus, aprovechaba para irse a hacer de las suyas.

Cuando Hera se enteró de las infidelidades de Zeus, condenó a la ninfa Eco a no poder hablar por sí misma, sino sólo repetir las últimas palabras de lo que escuchara. Asustada y maldita, Eco abandonó los bosques que solía habitar y se recluyó en una cueva cerca de un riachuelo.

Por otra parte, Narciso era un joven de gran belleza que al nacer, el adivino Tiresias predijo que ver su propia imagen en un espejo causaría su perdición. Advertida, su madre evitó siempre espejos y demás objetos en los que Narciso pudiera verse reflejado.

Así creció ignorando la enorme belleza con la que contaba y se volvió un muchacho muy introvertido. Le gustaba dar largas caminatas, sumergido en sus pensamientos, y en una oportunidad pasó cerca de la cueva de Eco, que al verlo –sin que él la notara- quedó fascinada por él.

Narciso repitió varias veces el paseo cerca de la cueva de Eco, y ella siempre le esperaba y le seguía de lejos para admirarlo. Un día, sin darse cuenta, la ninfa pisó una ramita seca y el ruido hizo que Narciso la descubriera. Le preguntó que hacía allí y por qué lo seguía, pero ella no pudo más que repetir las últimas palabras. Él continuó hablando y ella repitiendo, sin poder decir lo que realmente quería.

Finalmente, y con ayuda de animales del bosque, Eco pudo confesarle su amor a Narciso. Esperanzada, la pobre Eco sólo recibió de parte de Narciso una risa que le rompió el corazón y regresó a su cueva llorando. Allí permaneció sin moverse, repitiendo las últimas palabras de Narciso: «qué tonta… tonta…», y así se consumió, volviéndose una con la cueva y dejando sólo su voz flotando en el aire.

Otra versión cuenta que Eco era una ninfa del agua y que sí podía hablar cuando conoció a Narciso, pero éste pasaba horas mirando su reflejo en el estanque. La ninfa le pidió ayuda a Afrodita, puesto que el joven la ignoraba. Afrodita le dijo que haría que Narciso le prestara atención sólo por unos minutos y que en ese tiempo ella debía enamorarlo. De lo contrario, querdía condenada a repetir las últimas palabras de los hombres. Claro que la pobre ninfa no lo logró.

Sin embargo, Narciso no salió impune. Se dice que la diosa Némesis, que había presenciado todo, aprovechó uno de los paseos de Narciso para despertar en él una poderosa sed. El joven recordó el riachuelo junto a la cueva de Eco al beber de él, vio su imagen reflejada en el agua. Tal como había predicho Tiresias, su propia imagen causó su perdición, pues quedó tan admirado de ésta que ahí mismo murió de inanición. Otras versiones dicen que se ahogó al querer reunirse con su amado reflejo en el agua. Allí donde él murió, surgió una flor que lleva su nombre: el Narciso, que crece sobre las aguas, reflejándose en ellas.




 El mito de Prometeo y el robo del fuego

Prometeo tenía constantemente conflictos con Zeus, y después de que Zeus retirara el uso del fuego por parte de los mortales, Prometeo robó el fuego y se lo devolvió a la humanidad —aunque con buena intención—. Como castigo por sus transgresiones, Prometeo fue encadenado a una roca en las montañas del Cáucaso para toda la eternidad. Cada día, un águila —el símbolo de Zeus— volaba a la roca y se comía el hígado de Prometeo. Como era inmortal, su hígado se regeneraba, sólo para que el ciclo se repitiera al día siguiente.

Finalmente, Heracles —hijo de Zeus— mató al águila y liberó a Prometeo de su castigo. Eso sí, Prometeo debía llevar eternamente un anillo con un trozo de la piedra a la que estuvo atado.





 La caja de Pandora

Es quizás uno de los mitos griegos más conocidos de toda la historia mundial, el cual nos deja la valiosa lección de que caer en la tentación puede traer consecuencias y que la esperanza es lo último que se pierde.

Pandora fue la primera mujer creada por Zeus, quien pidió a Hefesto, su maestro de herrería y escultura, que hiciera a una mujer tan hermosa, dotada y capacitada como los inmortales, para que ningún hombre pudiese resistirse a ella. Sin embargo, también exigió que portara algunas características negativas como la seducción, la curiosidad, la mentira y el gusto por los vicios.

Pandora fue creada con el propósito de tomar venganza para Zeus, por el descaro de Prometeo al robar su fuego y dárselo a los humanos. así que llevó a Pandora hacia el hermano de este, Epimeteo, con el cual contrajo nupcias y se le otorgó una vasija como regalo de bodas. Pero bajo ninguna circunstancia esta debía ser abierta.

Sin embargo, presa de la curiosidad Pandora decidió dar un vistazo y al abrir la vasija, liberó todos los males del mundo que Zeus había encerrado en ella. Cuando logró cerrarla, en su interior quedó atrapado el espíritu de Elpis, la deidad que simboliza a la esperanza.

 

 


El mito de Edipo

Una vez que Edipo se hizo hombre, y debido las habladurías de sus conocidos, sospechó que era un bastardo y no el hijo biológico de sus padres. Para confirmar esto, Edipo fue al oráculo de Delfos, quien le dijo que estaba destinado a matar a su padre y casarse con su madre. Temiendo esto, decidió no volver a Corinto, sino detenerse en Tebas. Antes de llegar a Tebas, entró en conflicto con Layo —que viajaba a Delfos— y lo mató sin saber que este era el rey de Tebas y su propio padre.

Posteriormente, Edipo se encontró con la esfinge, un monstruo al servicio de Hera que se había alojado en el monte Ficio y propiciaba la muerte a todo aquel que adivinara sus acertijos.

El acertijo de la esfinge fue: ¿Cuál es el ser vivo que cuando es pequeño anda a cuatro patas, cuando es adulto anda a dos y cuando es mayor anda a tres? A lo que Edipo respondió correctamente con “El hombre”. Después, hubo un segundo acertijo: Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera. Edipo volvió a responder de forma correcta con: el día y la noche. La esfinge se enfureció y terminó suicidándose. Gracias a esta hazaña, Edipo fue nombrado rey y salvador de Tebas. Así, Edipo se casó con la viuda de Layo, Yocasta, que en realidad era su madre.

Posteriormente, una plaga azotó la ciudad de Tebas, ya que nadie había pagado por el asesinato y muerte del rey. Edipo entonces decide de nuevo salvar a la ciudad y junto con Tiresias, descubre que él era el hijo de Layo y Yocasta y que él, sin saberlo, fue el asesino del rey —su padre—.

Tras este acontecimiento, Yocasta acabaría suicidándose al saber que estaba casado con su hijo y a la vez, el asesino de su marido. Edipo acabaría arrancándose los ojos y exiliándose de la ciudad.

 

 


 El mito de Orfeo y Eurídice

Orfeo era conocido como un gran músico y se decía que podía hacer que los árboles se doblaran para escuchar su música. Orfeo se enamoró y se casó con Eurídice, pero esta fue mordida el día de su boda por una serpiente y murió. Él estaba tan apenado que sólo tocaba música de luto. Su música era tan triste que incluso los dioses sentían lástima de él. Finalmente, Hermes convenció a Orfeo de que viajara al Inframundo y así hablar con Hades y Perséfone para que permitieran a Eurídice volver al mundo de los vivos.

A través de su música, Orfeo fue capaz de seducir a Hades y Perséfone para que Eurídice volviera con él. Sin embargo, le dieron una condición: tendría que caminar delante de Eurídice al salir del Inframundo, y él no podía volverse y mirar hacia atrás hasta que estuvieran de vuelta en el mundo de los vivos. Lamentablemente, Orfeo no pudo superar su ansiedad y se dio la vuelta para mirar a Eurídice justo cuando se abría la puerta del Inframundo, haciendo que Eurídice se desvaneciera instantáneamente.

 



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